- Formar jóvenes autónomos, críticos, conocedores de sus derechos y deberes como ciudadanos, participantes activos de los diferentes cambios que se dan en su localidad, región y país a través del ejercicio de la democracia.
- Rescatar y promover valores personales, sociales y espirituales que nos permitan formar jóvenes con permanente crecimiento en:
- Conciencia. Conscientes de su situación personal y familiar, de su papel y posibilidades para mejorar su calidad de vida y crecer como personas mediante el conocimiento, los valores y el esfuerzo personal y colectivo honesto.
- Sentido de pertenencia. Integrados y partícipes de la vida de su escuela, su comunidad y su país. Aportantes para el engrandecimiento, dignificación, defensa y conservación de su institución y su avance en todos los procesos de formación.
- Respeto. Respetuosos de sí mismos, de su cuerpo y su mente, de su dignidad y su futuro. Respetuosos de Dios, de su familia, de su formación, de su institución, de sus maestros y compañeros. Practicantes del buen trato, la cortesía y la gratitud.
- Autonomía. Independientes de criterio con fundamentos sanos para sí mismos y útiles para la sociedad; conscientes de sus capacidades y talentos para desarrollarlas y de sus defectos y dificultades para superarlas basados en su amor propio y en la confianza en su capacidades y en su voluntad.
- Responsabilidad. Comprometidos consigo mismos, su familia, su institución y su país, cumplidores de sus deberes asumidos como ejercicio para el aprendizaje de conocimientos, el cultivo de valores, el desarrollo de talentos y el crecimiento personal.
- Tolerancia. Conscientes de las diferencias individuales físicas, sicológicas e ideológicas. Respetuosos de los credos, razas, ideas, opiniones y posiciones distintas. Defensores de la justicia y la igualdad y de la solución de conflictos mediante el diálogo y la concertación.
- Honestidad. Cultivadores de la honradez, la sinceridad, la transparencia, la verdad y todas las cualidades que manifiestan el valor de la honestidad. Honestos consigo mismos, con sus ideales y con todas las personas con quienes interactúan.
- Espiritualidad. Respetuosos del Ser Supremo, de su palabra, de su creación y de su máxima criatura: la persona humana. Respetuosos y servidores del prójimo hecho a semejanza de Dios. Respetuosos de toda forma sana de adoración que rechaza lo oscuro y sobrenatural.
- Ciudadanía. Partícipes de la vida democrática y los objetivos de crecimiento de la institución. Cumplidores de sus deberes y defensores de sus derechos en el marco de la libertad, la responsabilidad y la equidad.
- Solidaridad. Capaz de comprender el dolor y la necesidad del otro. Capaz de compartir lo propio con quien no tiene. Capaz de ponerse en el lugar del otro y comprender su pena. Partícipe activo de la ayuda al más necesitado como un compromiso cristiano.
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